Charla en PDF: de los fundamentos de la crisis
24 abril, 2013 | ||
10:00 | a | 10:45 |
El profesor Carlos Gutiérrez Hita, del área de fundamentos del análisis económico del departamento de estudios económicos y financieros de la UMH, dirige en los Desayunos del CCSSyHH una charla sobre los fundamentos y las razones de la actual crisis económico-financiera.
Los fundamentos de la crisis
Por Carlos Gutiérrez Hita
El pasado miércoles 24 de abril tuve la oportunidad de debatir con algunos compañeros de la facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas de la UMH algunos aspectos de esto que, en general, todos llamamos crisis. Esto es un sucinto extracto de aquello que hablamos.
A finales de los años noventa del siglo pasado el entonces gobierno de José María Aznar promulgó una controvertida Ley del Suelo (abril de 1998). Básicamente, la nueva Ley simplificaba los tipos de suelo y los reducía a tres: urbano, urbanizable y no urbanizable. Así, todo suelo fue, desde ese momento, urbanizable. Con ello, se consiguió un drástico aumento de la oferta de suelo que según aseguraba el ministro Arias-Salgado, se debería traducir a medio plazo en una reducción del precio del suelo y, por tanto, de la vivienda. Por otro lado, el acceso al crédito era por aquel entonces barato y el sistema financiero español se encontraba en franca expansión, después de unos primeros años noventa inciertos y favorecido por ser España un país que iba a formar parte de la nueva moneda única. Estos dos hechos son (simplificando muchísimo), bajo mi punto de vista, los detonantes económicos de la actual situación. Hay otros factores de distinta índole que atañan por una parte a políticos de muy diversa catadura, y por otra a un sector demasiado amplio de la ciudadanía que no difiere mucho de aquel español decimonónico embaucador e ignorante. Pero no hablaré de estas dos especies, que mucho me temo no estén en extinción.
La demanda agregada (en adelante DA) la conforman cuatro componentes: el consumo de las familias, el gasto público, la inversión y el balance con el sector exterior. Dado que el objetivo de todo gobierno es maximizar el beneficio electoral en un horizonte de 4 años (y perdonad si soy mal pensado) esto sólo se consigue con medidas que lleven a un crecimiento significativo del PIB con el objetivo de crear empleo y mantener estable la inflación. La diferencia está en cómo hacerlo. O más bien si hacerlo de una manera equilibrada que garantice el crecimiento a largo plazo o de una manera populista y que estrangule el crecimiento a medio y largo plazo.
Comenzando por el último componente de la DA, poco se podía esperar de la balanza con el sector exterior cuando el español medio empezaba a ser un comprador neto de viajes y productos más allá de nuestras fronteras y de un país, España, que produce pocos bienes finales de alto valor añadido. Incluso con el turismo, nuestra balanza era muy deficitaria. El componente del gasto público solo tenía recorrido si el estado expandía la recaudación enormemente, ya que debíamos cumplir unos criterios de convergencia muy severos. Así, con un país en el que los salarios no tienen mucha dispersión (y por ende la recaudación impositiva está muy condicionada), una solución sencilla era expandir la inversión privada en una primera fase para engordar las arcas públicas y comenzar un ciclo virtuoso de grandes fastos de construcción, privada y pública: era una gran fiesta y (casi) todo el mundo estaba llamado a participar. Quisiera recordar que la inversión es un concepto vago y que los economistas llamamos más técnicamente formación bruta de capital. Una parte de esa inversión está compuesta por la construcción, componente que genera mucho empleo a corto plazo, también mucha inflación, y que deja de generar valor añadido cuando cesa su actividad. Por el contrario, la inversión en educación de calidad, entendiendo por ello los recursos destinados a financiar investigación básica y aplicada, y también las enseñanzas básicas y medias, generan beneficios a medio y largo plazo. Esto no interesaba demasiado.
Así, comenzó el festín de la construcción, convirtiendo terrenos otrora baldíos en colonias de chalets, en bosques improductivos, en cenizas y, meses más tarde, en terrenos recalificados para hacer campos de golf,… luego se recaudaron los impuestos correspondientes y nos lanzamos a construir aeropuertos, trenes a ninguna parte y autopistas radiales que nadie usa.
Pero todo tiene un precio. Como en los pánicos bancarios, alguien empezó a no poder vender aquel piso que había comprado para especular, y comenzó a haber bloques enteros de viviendas esperando comprador. Pero lo peor es que aquellos adolescentes que dejaron sus estudios ya no tenían trabajo en un sector que empezaba a decaer,… y parte de la población dejó de atender sus obligaciones con los bancos. No solo las hipotecas, sino el pago de aquellos créditos al consumo en forma de tarjetas de crédito que tanto seducían al ciudadano medio, y que pagaban todo,… a un tipo medio de interés del 25%. Incautos una vez más. El resto de la historia es sabida. A la caída de un gobierno especulativo le siguió otro que no supo manejar una situación que le venía grande y que se rodeó de malos consejeros,..y los que estorbaban se les quitaba de en medio. Pero faltaba la última vuelta de tuerca, otro gobierno que, a costa de cualquier cosa, cumpla con una armonización fiscal que estrangula la economía una y otra vez.
Quiero terminar y dar mi visión de a qué España vamos. A la España sin clase media, a la España donde la economía sumergida sirva para adormecer unas tasas de paro de más del 20% que nos acompañarán hasta los últimos años de esta década, donde una familia media no ingresará más de 1500 euros al mes y donde la cobertura social ya no será como hoy la conocemos. Para tener un horizonte más ambicioso hacen falta dos cosas: voluntad, política y social, y regeneración, política y social también. ¿Seremos capaces?